miércoles, 8 de febrero de 2017

Prensa catalanista II. Bernat Dedeu, Nobel de Literatura "in pectore"

Desde hace algún tiempo he ampliado el número de digitales que leo diariamente incluyendo aquellos posicionados de forma obscena con el independentismo y que viven casi exclusivamente de fondos públicos que el correspondiente departamento del Gobierno de la Generalitat les hace llegar de forma puntual y éstos prestan sus servicios de “Agitprop” a quien les paga con el dinero de todos.

Tengo especial predilección por El Nacional de Pep Antich en el que las manipulaciones de los encabezamientos de noticias provocan alipori.

Sus columnistas, salvo alguna excepción, son hooligans, fanáticos de las tesis que sostienen  los que les dan de comer y no hacen esfuerzo para disimularlo.

Por otro lado leo también los textos de los comentarios de los lectores que, también, en su inmensa mayoría se corresponden con gentes a las que se les puede incluir en la categoría de analfabetos funcionales, de esas que ni con las dos manos se encuentran el culo y  que si caminan erguidos es porque tienen prodigiosas dotes para mantener el equilibrio ya que su evolución hacia los homínidos parece haberse detenido allá por 1714.

Volviendo a los columnistas, hoy traigo una auténtica joya. Se trata de Bernat Dedeu, un joven juntaletras con ganas de situarse social y económicamente: Se presenta, encabezando una lista, a las elecciones para la Junta de Gobierno del Ateneo Barcelonés. Es menester asegurarse un futuro porque lo del Nobel catalán parece un poco verde. Leamos parte de su artículo:

Los abogados de #MasOrtegayRigau
Bernat Dedéu
Barcelona. Miércoles, 8 de febrero de 2017
    
No hay forma más clara de entender en qué consistió el 9-N que repasar el perfil político y la estrategia de defensa de los abogados de #MasOrtegayRigau; respectivamente, Javier Melero, uno de los inspiradores fundacionales de Ciudadanos y no obstante bote salvavidas de los antiguos tesoreros de Convergència, Rafa Entrena, hijo privilegiado de una saga de juristas con la Castilla de siempre en la sangre, y Jordi Pina, un soberanista moderado que parlotea con aquel catañol tan prototípico de los letrados del Eixample. La ortodoxia de los tres abogados, hijos privilegiados de la costra burocrática española, consistió permanentemente en recordar al tribunal que ni Mas ni sus fieles conselleras desobedecieron ley ni advertencia alguna del Tribunal Constitucional, recalcando así la condición de proceso participativo (que no referéndum) del 9-N y, por encima de todo, su conceptualización de artefacto urdido desde la sociedad civil.

La intención de los tres abogados, traducción legal de la famosa astucia política del president Mas, ha querido recalcar que el 9-N fue un acto plenamente legalista y de escasa confrontación, mucho más cercano a la libertad de expresión de un colectivo que no a la autodeterminación del pueblo catalán. Ello, y lo advierto a los procesistas hiperventilados, no quita ningún mérito a la iniciativa de nuestros mandatarios y ni un solo gramo de valor político a los méritos del president 129; pero nos sitúa en un espacio en el que, paralelamente a contar independentistas de forma legal, Mas intentó solidificar el 9-N y su posterior juicio confrontando la superioridad moral de un pueblo en manifestación perpetua a un Estado represor que incluso amonesta un fenómeno que se ajusta a su propia legalidad. De tal guisa, se pretendía presionar al Estado para negociar en sus propios términos, situarlo –en definitiva– prisionero en su propia red jurídica.

El 9-N fue la última ilusión (como todas, verdad a medias) a partir de la cual se creía posible realizar un proceso de independencia “de la ley antigua a la ley nueva”
Utilizando la ortodoxia masista, el 9-N fue la última ilusión (como todas, verdad a medias) a partir de la cual se creía posible realizar un proceso de independencia “de la ley antigua a la ley nueva”, convirtiendo así un movimiento participativo (que no referéndum) en el enésimo ultimátum del soberanismo para negociar el nuevo estatus de Catalunya entre dos intermediarios iguales, la Generalitat y el Gobierno. Lo más surrealista y espantoso del juicio por el 9-N no es, a mi modo de ver, que se enmiende una insurrección inexistente, como se esfuerzan en recalcar los abogados de nuestros tres mandatarios, sino que la judicatura envíe el mensaje explícito de que ésta intermediación entre Catalunya y España como iguales debe ser punida. La reciente beligerancia de los articulistas madrileños (apelando al precinto y al 155) lo deja bien claro: lo que uno debe matar no es el independentismo, sino la ilusión de un diálogo normal”.

Este muchacho olvida que la misión de un abogado de la defensa es conseguir la absolución de su cliente y lo mejor para no conseguirlo es plantear la cuestión como si fuera una conspiración.  Los jueces se atienen a los hechos, valoran las pruebas y sentencian lo que consideran que el espíritu de la ley y la voluntad del legislador pretendió cuando otorgaron especial protección jurídica a un hecho que, en el caso que nos ocupa, es el cumplimiento de las Resoluciones judiciales, penando la desobediencia a las mismas ya que de otra manera el Derecho, que normativiza conductas, estaría demás.

Si la familia de un abogado, -pareja de una de las imputadas- procede de Castilla, si otro de los letrados no habla bien el catalán y si un tercero fue promotor de un partido de derechas no les invalida para asumir esas defensas y fijar sus estrategias con sus clientes y si hay mucha gente que hubiera preferido que Mas el allii no se comporten como cobardes asustadizos no es problema que se pueda imputar a los Letrados escogidos por sus patrocinados. En otras palabras: Los Abogados no van por libre.


Por lo demás, el articulo parcialmente reproducido rezuma ignorancia y supremacismo. ¡¡Llegará lejos este muchachito¡¡.

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